Mi amigo Pablo Guadarrama me hizo llegar un texto interesante sobre Marx y el marxismo que me sirvió de referencia para escribir estas notas sobre lo que ocurre con la política colombiana a raíz del triunfo de Petro: la mimetización camaleónica.
Dice el texto referente que “ es conocido que Marx en una entrevista para un diario en inglés a la pregunta si él era marxista, respondió en francés que precisamente él no era marxista”.
Esa expresión fue utilizada por sus críticos para considerar que Marx se avergonzaba de su doctrina. Nada más alejado de la verdad, pues siempre fue consciente de sus extraordinarios descubrimientos científicos publicados en muchas de sus obras, especialmente en la mejor de todas: El capital.
El término marxismo lo acuñó Engels, al considerar que los dos grandes descubrimientos de Marx: la plusvalía y la concepción materialista de la historia eran suficientes para que “el nombre del hombre más odiado y calumniado de su tiempo viviera a través de los siglos y con él su obra”.
Lo cierto es que el término, desde la misma época de Marx, quedó y ha quedado reconocido a través de la historia, a pesar de su desacuerdo con él.
La doctrina de Marx y de Engels ha sido el bastión de la crítica histórica contra el capitalismo y la guía para la acción revolucionaria en el mundo por la gestación y desarrollo del socialismo. Proyecto que hasta el día de hoy aparece como una gran utopía que como tal, al decir de Galeano, “se aleja a medida que se avanza hacia ella”, pero que, desde mi perspectiva, ha servido para fortalecer la lucha hacia una sociedad más equitativa y humana.
Si Marx con toda su producción teórica fue reacio a admitir el término de marxismo, proveniente especialmente de seguidores en Francia, especialmente de su yerno el cubano Pablo Lafargue, sobradas razones podría tener Petro para decir que no se hable de petrismo, como doctrina, si no de una perspectiva política, progresista y humana, que hoy es poder y pugna por lograr una Colombia más humana, equitativa y justa.
Quienes han acompañado y acompañan a Petro tienen todo el derecho a exigir reconocimiento y espacios para continuar colectivamente trabajando por ese proyecto. Derecho que no tienen quienes desde el oportunismo político aparecen ahora como adalides del humanismo, mostrándose como lo que nunca fueron, agazapados, esperando a última hora embarcarse en el tren victorioso para satisfacer voraces apetitos clientelistas y personalistas pescando en río revuelto.
Pero Petro y quienes desde la Colombia Humana han venido empeñados desde hace rato en materializar ese proyecto saben que -como lo señalara la gran dirigente polaca Rosa Luxemburgo- “el oportunismo político solo conoce un único principio, la ausencia de todo principio”.
¿Está mal que todo el mundo quiera ser seguidor de Petro?. No me parece. Lo grave es que Petro y quienes dirigen el movimiento acepten que el oportunismo político campee a sus anchas con personajes disfrazados que esperarán el momento preciso para clavar la puñalada trapera. Quienes llegan convencidos que pueden aportar sin cálculos perversos deben ser bienvenidos sin sectarismo de capilla. Eso permitirá un movimiento más robusto y fuerte para afrontar las dificultades que vendrán después de la luna de miel de un gobierno que apenas arranca, y, sobre el cual, ya arrecian las críticas malévolas que quieren matar las ilusiones del pueblo en su nido.
Amanecerá y veremos. Esto apenas comienza.
Hola profesor. Crustibal Arteta como esta, cuanto me place leer, su artículo me gustarua que personalmente hablaramos de este tema, siempre lo he admirado como un amigo y Universitario, ya que al leer el texto pareciera que algien este protegudo por ti. Me esteraña profesor la UA, toda la vida esta untada de esto, mis comentarios son con testimonios reales y si ustedes me permiten ingresar nuevamente a la Universidad, desde cualquier tribuna les manifuesro a tus amigutos lo que decen tu me conoces sobre todo tú y quien en la UA, esoero tu invitacion.