La filosofía cabalga, mientras ladran.
Hoy 21 de julio de 2025, cumple el programa de Filosofía de la Universidad del Atlántico 28 años de haber iniciado labores académicas, siendo rector de la universidad Armando Zabarín Manco, vicerrector Académico Cristóbal Arteta Ripoll y decano de la facultad de Ciencias Humanas José Gabriel Colley Pérez.
Las diferencias de enfoques conceptuales sobre la pertinencia de ese programa no permitían avanzar en el proceso de su aprobación y puesta en marcha, sobre todo, con el mismo argumento de siempre: el punto de equilibrio financiero que facilitara su autosostenimiento. A pesar de estas diferencias, una vez presentada la propuesta por el decano de la facultad de Ciencias Humanas, citamos a los integrantes del Consejo Académico y sometimos a consideración la creación de varios programas, entre ellos el de Filosofía. Aprobado los programas, se informó de la decisión al Consejo Superior y pusimos en marcha el funcionamiento de los mismos.
Algunos directivos de la UA señalaron como inconveniente el hecho de que esos programas no habían sido aprobados por el Consejo Superior. El contrargumento del Consejo Académico fue claro: si la información fue acogida por el Consejo Superior era claro que la iniciativa podía activarse como efectivamente sucedió.
El parto no fue fácil, desde sus orígenes el programa de filosofía contó con muchas dificultades; la primera de ellas la concepción tecnocrática de la Universidad que manejaba el rector del momento, quien una vez aprobado el programa se resistía a firmar la resolución para ponerlo en marcha.
Debí esperar el momento como vicerrector académico que se me encargara de las funciones de rector en ausencia del titular con todas las funciones para proceder a firmar las resoluciones y dar vida al desarrollo del mismo. Así firmé como Rector (e) la resolución que daba vida al programa.
Luego vino el otro inconveniente: abrimos inscripciones y para poder tener el número mínimo de estudiantes requerido debimos emprender una campaña en los colegios orientada por su fundador José Gabriel Coley Pérez la cual dio buenos resultados, como dice en su libro Prolegómenos a la Filosofía: “El primer semestre que se admitió fue muy numeroso (104 estudiantes) y hubo necesidad de dividirlo en A y B, lo que indicaba que la necesidad existía, dado el ambiente que se había formado por parte del Instituto de Filosofía Julio Enrique Blanco que supo canalizar el auge creciente de esta disciplina en la ciudad a partir de los años 70 en adelante”.
El camino de la filosofía siempre ha sido, es y será socrático: es el camino del no saber para saber. Así caminamos sin saber exactamente para dónde íbamos, solo con atisbos claros de su pertinencia y necesidad para la región, la Nación y el mundo.
Sabíamos que la labor de Julio Enrique Blanco, el gran fundador de la Universidad del Atlántico y el filósofo más consagrado de la región, estaba inconclusa porque le faltaba a la Universidad un programa de filosofía que le diera oxígeno, luz y proyección a la universidad en su conjunto. Tuve la oportunidad de conocer en persona a ese gran filósofo y ser humano, pero nunca he entendido por qué no fue la creación de un programa de filosofía, su gran preocupación, a pesar de tener siempre a su lado, tal vez a su mejor discípulo Julio Nuñez Madachi. Tal vez por su eurocentrismo, el mismo que le impidió no plantearse una sola inquietud sobre la necesidad de una filosofía propia como ya lo habían hecho en el continente Alberdi en Argentina, Zea en México y Miró Quesada en Perú.
Ese fue el gran mérito de José Gabriel Coley Perez: entender a cabalidad que para oxigenar la vida académica de la institución era imprescindible contar con un programa de filosofía como en efecto se lo propuso, luchó por su aprobación y lo ejecutó. Tarea cumplida a cabalidad.
Hoy, 28 años después de su nacimiento nos sentimos orgulloso de la tarea cumplida, qué importa que mientras cabalgamos se escuchen ladridos por la vereda, por supuesto, con el perdón de los perros a quienes entre mas trato más desagradables me parecen algunos humanos.
Felicitaciones a sus docentes, estudiantes y directivos.
Barranquilla, 21 de julio de 2025.