Hay que detener la barbarie

Cristóbal Arteta Ripoll

Ante una situación tan compleja y delicada como la quema de libros en la Universidad del Atlántico, considero importante reflexionar sobre los valores fundamentales que nos guían como académicos y ciudadanos.

Imagínense esto, aunque usted no lo vio, la puerta de la Vicerrectoría de Investigaciones de la Universidad del Atlántico ardiendo en llamas, páginas volando como mariposas negras, mientras estudiantes y profesores miraban horrorizados la quema de libros. Aunque usted no lo crea, sí, la quema de libros,–como las que hemos visto en contextos de censura, desde la dictadura franquista hasta quemas nazis o incluso episodios locales de represión ideológica, lo cual simboliza el miedo al pensamiento libre.

La quema de libros, más que un acto de protesta, es un atentado contra la libertad de expresión y el conocimiento. ¿Cómo podemos pretender cambiar la realidad si destruimos el legado cultural y científico que nos han dejado nuestros investigadores? La quema de libros no solo afecta a individuos específicos, sino que también empobrece a toda la comunidad universitaria y a la sociedad en general.

En momentos de desacuerdo, es fundamental recurrir al diálogo y la discusión constructiva. La violencia y la destrucción no son herramientas efectivas para resolver conflictos o promover cambios positivos. En su lugar, debemos buscar espacios de encuentro y debate donde podamos expresar nuestras ideas y escuchar las perspectivas de los demás.

Las universidades son espacios de formación y reflexión crítica. Su función es promover el conocimiento, la investigación y la innovación. Debemos defender la autonomía universitaria y garantizar que sea un lugar donde se respeten los derechos y se fomente la crítica constructiva.

En lugar de destruir libros, debemos comprometernos a leer, reflexionar y construir. Debemos trabajar juntos para crear un ambiente universitario que valore la diversidad de pensamiento y promueva la resolución pacífica de conflictos.

La quema de libros no es solo un problema de la universidad, es un problema de toda la sociedad. Debemos unirnos para proteger nuestros espacios de conocimiento y promover una cultura de paz y respeto. Solo a través del diálogo y la educación podremos construir un futuro mejor para todos.

La quema de libros no es solo fuego, es un acto de borrado colectivo. En nuestra universidad, ¿quién decide qué idea es ‘peligrosa’? ¿La extrema derecha que tacha de subversiva a la izquierda, o viceversa? Recuerden: Mussolini empezó así, Hitler quemó para silenciar, y Pinochet justificó crímenes prohibiendo lecturas. Esos espacios hay que protegerlos como templos del diálogo y no como hogueras de ideologías. Lean, cuestionen, resistan, porque un libro intacto es una victoria contra la oscuridad. Un debate abierto, para que nadie queme más libros sino prejuicios de resentidos sociales y académicos, debe ser la resultante de este acto de barbarie.

Barranquilla, 14 de octubre de 2025.

Comments 2

  1. Alejandro Espinosa says:

    La quema de libros es un acto contradictorio. Hay que enseñarles a los estudiantes a que cultiven nuevas ideas para expandir mejor la universidad del pueblo.

  2. Lilian Acosta says:

    Me quedan solo dudas : Acaso No somos más los interesados en nuestro crecimiento intelectual, lejos de los que disfrazan su incapacidad de promover ideas con actos vandálicos que solo promueven la vergüenza de quienes si pensamos, respetamos y tenemos como prioridad estudiar.
    Si estos » los revoltosos » para no ofenderlos con otros adjetivos, son unos pocos, cómo es que subsisten aún en la Alma mater?
    Acaso ser pública es sinónimo de ignorancia, mediocridad y barbarie? Ese es el mensaje que se debe mostrar a la sociedad? por unos pocos que ni siquiera encajan en la esencia de una formación personal y profesional.
    Ante esto por qué la universidad no se purga?
    Con estrategias que sirvan de filtro para la conservación de gente buena, sana, crítica, respetuosa e inteligente.
    Entiéndase por inteligente todo aquel que por sus ideales, sepa luchar en la vida con armas de paz. Y la principal arma para enfrentarnos al mundo es la educación. Desprovistos de ella, es como andar desnudos.

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