En días pasados se puso a circular por las redes una ‘evaluación’ de los docentes presentada al comité curricular del programa de Filosofía por parte del representante de los estudiantes Alejandro Rincón Jiménez. En forma irresponsable habla en nombre del estudiantado del programa. A simple vista quien lo hubiese leído debió concluir que aquí todo anda mal. Tamaño despropósito con un un cuerpo docente de lujo, por supuesto, con algunas debilidades que no podemos desconocer. Pero con grandes fortalezas por sus méritos como resultado de su entrega en la docencia y su actividad en la investigación científica. ¿Cómo negar los grandes aportes de Barros ( (Q.E.D.) Arteta, Colley, Niebles, Madachi Bermudez y otros al desarrollo del pensamiento filosófico en Colombia, la región y el mundo?.
Quienes escribieron semejante almendrón panfletario, fueron instrumentalizados perversamente por enemigos incrustados al interior de la universidad para cazar en río revuelto ante las elecciones que se avecinan.
Pésimamente escrito, repetitivo y sin argumentos de ninguna índole, se arremete contra veinte (20) docentes afirmando: que son ausentistas, que divagan sin métodos pedagógicos y con poca profundidad académica, que se extravían de los objetivos de la formación filosófica, que como estudiantes se sienten desamparados por falta del acompañamiento de sus docentes, y, que además, esos docentes son groseros, autoritarios e impositivos, que las clases son monólogos poco estructurados, sin participación de los estudiantes y sin criterios evaluativos claros, que abusan de la virtualidad, los obligan a ir a los Conversatorios Filosóficos y a otras actividades que no tienen nada que ver con los sílabos y el currículo, sobrecargándolos de trabajos.
Así las cosas, con veinte (20) docentes en esas condiciones, no se puede entender cómo el programa de Filosofía tenga ACREDITACIÓN DE ALTA CALIDAD ACADÉMICA.
Somos amigos de la crítica. Es el distintivo de la filosofía moderna a partir de Kant hacia acá. Incluso el mismo Marx subtituló una obra suya como Crítica de la crítica crítica. Desde aquella lejana época, los dirigentes estudiantiles, en las reuniones organizativas, el primer punto del Orden del día es crítica y autocrítica, para evidenciar el rigor, la seriedad y la pulcritud de sus actuaciones.
Pero la palabra CRÍTICA, que se repite tautológicamente tantas veces en el triste infundio de marras, no se asoma ni por una pestaña al deber ser de CRITERIO, luego RAZÓN, sino a la miserable condición del uso vulgar de las verduleras del mercado y no a la mesura de la de un estudiante de filosofía.
La crítica implica hegelianamente superar, a través de la síntesis, la contradicción entre lo positivo y lo negativo de un fenómeno dado. Sin embargo, en el panfleto de marras, únicamente se señala todo lo supuestamente negativo, es decir, lo antitésico. Y es en esa unilateralidad sesgada, inane y proclive donde precisamente está la mala leche del determinador(a)que se escuda en el cobarde anonimato.
La patraña ya se difundió e hizo el daño, pero el Comité Curricular debe exigir rectificación al estudiante Rincón quien tiene asiento en su seno como representante de los estudiantes. En la universidad no es la primera vez que se inventan estos parapetos sin soporte alguno. La maledicencia siempre acompaña la mediocridad para golpear en la sombra y con máscaras.
El estudiantado debe provocar una reunión con los docentes agredidos en el panfleto para reivindicar su prestigio. No sea que vengan represalias pagando justos por pecadores.
Hay que rechazar tajantementeeste ese nuevo engendro malediciente por hundir en la ignominia el buen nombre de nuestros docentes con difamaciones infames.
Académicamente,
Estudiantes y egresados de filosofía.
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